martes, 1 de noviembre de 2011


El negocio del Alzheimer y del Parkinson

Acaba de publicarse en Francia un polémico libro que afirma que hay quienes se aprovechan de mantener en secreto los factores de riesgo de las enfermedades neurodegenerativas 

José Miguel Molina Caparrós/ Francia
¿Por qué aumenta tanto el número de personas que sufren estas patologías? ¿Por qué afectan a individuos cada vez más jóvenes? Esas son las preguntas que la obra busca responder.

'Amenaza a nuestras neuronas:Alzheimer, Parkinson, y los que sacan provecho’ [hablan sus autores,Francés, 5']  es el  título de este libro presentado recientemente en la capital gala, al que la revista Marianne2 dedica un artículo. La obra es fruto de la investigación de dos periodistas, Marie Grosman, especialista en salud pública, y Roger Lenglet, filósofo. El libro asegura que muchos posibles factores de riesgo de estas enfermedades son ocultados por razones políticas y por presión lobbista.

Los autores afirman haber recibido una advertencia del Ministerio de Ecología francés: "No alarmen a la población. Sobre todo, no creen pánico, ¡sería mucho más catastrófico! Somos perfectamente conscientes del problema".

Pero tanto Grosman como Lenglet desafiaron esta advertencia y decidieron seguir adelante con la publicación del libro. Actualmente, entre 800 mil y un millón de franceses sufren Alzheimer, y cada año se suman 225 mil nuevos casos. En Europa, ya son 6 millones, y de aquí al 2050, se prevé que sean 16 millones. 

Pero tal vez la principal alarma provenga del hecho de que el Alzheimer afecta cada vez con mayor frecuencia a personas más jóvenes, lo que contradice la creencia de que este trastorno avanza con la edad. Algunos pacientes tienen menos de 60 años e incluso existen  casos de personas de 30 años. Según estos autores, "la edad es una condición de la enfermedad, pero no la causa". "La enfermedad se produce frecuentemente al final de la vida porque es el tiempo necesario para la acumulación de sustancias tóxicas en el cerebro", explican. La afirmación más polémica de Grosman y Lenglet es que "se sabe desde hace decenios cuáles son las verdaderas causas de la enfermedad de Alzheimer y de Parkinson". ¿Por qué no se les pone fin entonces? ¿Quién tiene interés ocultar esto y evitar la prevención? El libro responde a estos temas basándose en estudios publicados en revistas especializadas como Lancet, que sólo publica artículos tras su aprobación por un comité científico.

Para los autores son los lobbies industriales los que presionan a las autoridades públicas del área sanitaria en materia de prohibición del uso de materiales de los que se conoce el daño neuronal que causan. Mercurio, aluminio, pesticidas y otros productos por el estilo que persisten y se acumulan en el ambiente y en el cerebro serían los responsables de esta verdadera epidemia de enfermedades neurodegenerativas. También los campos electromagnéticos están bajo sospecha de influir en la aparición de enfermedades de este tipo.


 Y esta hipótesis  no sólo es válida para el Alzheimer y el Parkinson, también vale para el autismo o la hiperactividad en el niño, por ejemplo. Las madres transmiten a sus hijos los factores de riesgo a través de la placenta y del amamantamiento, porque también ellas han estado expuestas a los neurotóxicos.
La revista Quo dedica un artículo (en su edición impresa 194) acerca de las clínicas que se benefician de la desinformación existente acerca de las enfermedades neurodegenerativas. Ofrecen a los afectados soluciones ‘milagrosas’, basadas en el uso no testado de las células madre. 

Para Grosman y Lenglet, la información sería esencial. Pero afirman que contamos con el hándicap de que los investigadores científicos publican en medios especializados que no llegan al gran público. Sin embargo el interés general mostrado por estas enfermedades es evidente. Véase la noticia proveniente de la BBC acerca de que el ‘Ibuprofeno’ podría evitar a largo plazo el peligro de sufrir parkinson.

En su libro, apuntan a los conflictos de intereses que rigen la toma de decisiones por parte de la Alta Autoridad de Salud de Francia (HAS, por sus siglas en francés) en lo que concierne a la prescripción de medicamentos contra el Alzheimer. Denuncian que "relaciones incestuosas" entre organismos de salud pública y empresas privadas han permitido que el Estado reembolse a los pacientes la compra de medicamentos cuya ineficiencia y peligrosidad ha sido reiteradamente denunciada por asociaciones médicas.

También señalan que, en lugar de destinar los fondos públicos a un amplio programa de información y prevención, que permitiría a la población disminuir su exposición a los principales factores de riesgo, se financia la investigación privada de esos mismos laboratorios farmacéuticos que se lucran prescribiendo remedios de eficacia no demostrada.

Los autores creen, sin embargo, que hay esperanza porque existen formas de reducir la exposición a los neurotóxicos y porque están convencidos de que en un futuro próximo habrá demandas colectivas (class actions) de las víctimas de esta contaminación que, finalmente, harán que se ponga el foco de la atención pública en este drama.

En concreto, Grosman y Lenglet denuncian la mercantilización de las enfermedades del cerebro y la parálisis de la prevención. Pese a los conocimientos que ya se tienen sobre esto, se permite, por afán de lucro, que la gente siga expuesta a los neurotóxicos desde la más temprana edad.


Los autores nos hablan de el libro publicado [5 minutos en francés]

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